Madre del punk estadounidense, más de treinta años de carrera y representante vivo del underground neoyorquino. Lydia Lunch, actriz, escritora, poeta y cantante, afincada en Barcelona en ese momento, recaló la noche del viernes ocho para ofrecer un espectáculo multimedia poético, en el que desgranó crítica política, rabia, sexo, drogas y muerte. Acompañada de una chica que hacia las labores de traductora, dándole la réplica en castellano para completar la performance, ante un público variado, dado el espectáculo gratuito.
Aunque tenía muchas ganas de verla actuar, después de la gran sorpresa al saber que lo haría en casa, su actuación, aunque variada y dinámica, con alguna canción formal incluida, no dejaba de ser más que un recital. Lleno de mala leche y muy respetable como obra artística, pero del que me fue fácil abstraerme, pensando entre otras cosas, como nos las apañaríamos los asistentes y empleados si tuvieramos que fortificarnos en el museo ante el ataque de, no sé, una invasión zombie...
Como siempre en estos eventos, también es interesante fijarse en el sitio, el ambiente y el público.
Al estar situado junto a un lateral del escenario, a pocos metros de la artista, tenia casi enfrente a todo el público, en el patio de armas del baluarte renacentista en que se encuentra el polémico museo. Podía ver a los cámaras y fotógrafos que cubrían la representación moverse de un lado para otro, desde el público o en la muralla misma, las idas y venidas de algunos asistentes despistados, los gestos de algún fan que quería demostrar su apoyo a las palabras de la Lunch o hacerse notar, la atención concentrada de la mayoría, el desfile de modernos y chicas atractivas, las miradas de control de los técnicos porque me vieron acercarme demasiado, pensando que quizás me iba a dirigir a ellos o a saltar sobre el escenario.
Fue una noche agradable que acompañó al espectáculo como se merecía. Una noche de verano más que digna.
Aunque tenía muchas ganas de verla actuar, después de la gran sorpresa al saber que lo haría en casa, su actuación, aunque variada y dinámica, con alguna canción formal incluida, no dejaba de ser más que un recital. Lleno de mala leche y muy respetable como obra artística, pero del que me fue fácil abstraerme, pensando entre otras cosas, como nos las apañaríamos los asistentes y empleados si tuvieramos que fortificarnos en el museo ante el ataque de, no sé, una invasión zombie...
Como siempre en estos eventos, también es interesante fijarse en el sitio, el ambiente y el público.
Al estar situado junto a un lateral del escenario, a pocos metros de la artista, tenia casi enfrente a todo el público, en el patio de armas del baluarte renacentista en que se encuentra el polémico museo. Podía ver a los cámaras y fotógrafos que cubrían la representación moverse de un lado para otro, desde el público o en la muralla misma, las idas y venidas de algunos asistentes despistados, los gestos de algún fan que quería demostrar su apoyo a las palabras de la Lunch o hacerse notar, la atención concentrada de la mayoría, el desfile de modernos y chicas atractivas, las miradas de control de los técnicos porque me vieron acercarme demasiado, pensando que quizás me iba a dirigir a ellos o a saltar sobre el escenario.
Fue una noche agradable que acompañó al espectáculo como se merecía. Una noche de verano más que digna.
Bonito cartel de una actuación de Lunch, una idea que lanzo a los responsables de cualquier museo y sala de exposiciones, organizar una retrospectiva sobre el cartelismo underground y rockero. Arte popular de finales del siglo pasado, fuente para la modernidad, esta una vanguardia en el fondo, siempre pasada de moda.
Al contrario de lo representado en el cartel y el mismo.
Al contrario de lo representado en el cartel y el mismo.
Web de Lydia Lunch
Es Baluard Lugar de la actuación, con su propia reseña.
Teenage Jesus and the Jerks, Orphans video Una muestra de su pasado como reina del trash neoyorquino, punk rock del bueno.
Lydia Lunch's blowjob Un acto perpetrado junto a:
Richard Kern en la dirección, que no en la función. Los años locos de la genial, según sus propias palabras.
Ale, y de regalo más provocación, de hecho conocí la obra de Lydia Lunch a través de los cortos de Kern y algún recopilatorio de bandas góticas, muy recomendables: